Tributo a mi padre

Lautaro Vivar Encina
Don Lautaro Armando Vivar Encina... ése es mi padre...

Mi padre fue un hombre bastante singular... este es un tributo a su existencia que no pasó inadvertida para nadie que lo conoció.

Con el tiempo lo iré poblando con todo el material que tengo, sobre la Historia de Pelarco que él escribió, así como sus crónicas.

Siempre me he preguntado cuánto podría haber hecho él -si hubiera sobrevivido a su cáncer- con una herramienta como internet. Probablemente mucho, muchísimo. Por el momento, y a medida que he ido poblando esto, me estoy cuestionando seriamente que esto sea material para publicar con un blog...


Si desea utilizar parte de lo publicado en este blog, debe solicitar permiso y citar la fuente. Para nuestra familia ya fue particularmente desagradable que un pseudo-historiador -que difícilmente terminó su secundaria- hace unos años, copiara textualmente los escritos de mi padre y se los atribuyera y aún más fuera mencionado en una publicación del Diario El Mercurio como "Historiador de Pelarco". El contenido de este blog, como se señala en su título, está protegido con un registro de propiedad intelectual, y no titubearemos en usar las acciones legales que corresponda de existir publicaciones sin su cita correspondiente.

Los orginales de las publicaciones fueron realizados en una máquina de escribir. Lo que aquí se encuentra publicado, es la digitalización de esos escritos y no está completamente editado, podría contener errores de tipografía.

jueves, diciembre 01, 2005

 

7. PRIMEROS TERRATENIENTES.

Durante la monarquía hubo varios poseedores de la tierra registrados por la Historia. Debemos no confundir las mercedes de tierras con las encomiendas, lo primero garantizaba el dominio de la gleba, en tanto que la segundo era la custodifa y protección de los súbditos nativos que la comprendían. Las mercedes no garantizaban permanencia en la situación de predominio económica de los que conquistaron el “Reyno“, quienes debieran declinarla en manos de gente llegada después, más astuta en el manejo de los negocios, con dinero en el bolsillo y sentido de la economía y de la usura, como los vascos y los castellano-viejos. Las encomiendas sólo fueran un “cacho “ (14) para los beneficiados o encomendamos que, tras hacerse servir por los encomendados, perdieron tierra y hombres por no saber manejar una ni otras, porque eran hombres de espada y no, de arado. Los poseedores fueran Don Bernardo de Arroyo y Loarte, que recibió merced de quinientas cuadras entre las de Don Gonzalo de Ascencio y de Don Pedro Meneses; agregó a esta merced otras quinientas junto al río Lircay donde hace confluencia con el río Claro. Gran parte de estas tierras son, o han sido parte de la que es hoy, la Comuna de Pelarco. Agregó Arroyo otras diez mil cuadras en lo que ahora es “El Manzano” (antes El Mansano), hasta el borde norte del río Lircay, cerro de Buencuecho (hoy Huencuecho). Estas tierras pasaron por venta a la familia Candia, de Chillán y ésta la vendió al capitán Don Ramón Casanova (en la comuna hay muchos Casanova). En 1.780, Don Juan Albano, conocido nuestro, aludido en fs. 10, compró a los herederos de Don Juan de Candia, la gran estancia Lircay, sita entre el estero Pangui (Pangue) y el río Lircay. (15)

CITAS DIRECTAS CAPÍTULO 7

(14) .- Expresión popular que expresa una situación de mal negocio, e.g. cuando una mercaería no se vende o, cuando una posesión molesta y no hay posibilidades de deshacerse de ella. También se dice que es un “clavo” como si éste estuviera hendiendo las carnes.
(15) .- Información obtenida de la “Historia de Talca” de Don Gustavo Opazo Maturana, obra clásica en el género.

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